Me llamo Julia y, al igual que la mayoría de las personas, nunca había estado obsesionada con un mundo limpio. Sin embargo, gracias al reto Trashtag, en el cual se recopilaron toneladas de basura, me puse a reflexionar y decidí comprobar qué tanto plástico tira diariamente mi familia compuesta de tres personas. Al ver la cantidad de residuos de un día, me atreví a realizar un experimento.
Decidí excluir algunas cosas de mi vida
Una cantidad aproximada de los residuos de plástico que tenía un día antes de comenzar el experimento.
Al ver detalladamente mi basura, destaqué algunos objetos que había conseguido por iniciativa propia y de los cuales podía prescindir. En ellos había: bolsas de plástico y polietileno en las cuales empacan los productos del supermercado; papel film transparente; esponjas de poliuretano para lavar los trastes; cotonetes; toallas sanitarias. No me deshice de estas cosas en un instante. Todo ocurrió poco a poco y tuve la oportunidad de entender las inconveniencias y hacer conclusiones.
Reemplacé las bolsas de plástico por bolsas de tela
Al mes, normalmente compraba de 12 a 15 bolsas para guardar los productos. Un total de 140-180 bolsas al año. Ahora tengo 4 bolsas, las cuales podré usar durante dos años como mínimo.
- Problema emergente: resulta que la bolsa se pierde constantemente en algún lado. Al mismo tiempo, se desenrolla y forma una incómoda bola de tela.
- Solución: al olvidar una cosa tan necesaria un par de veces, tuve que comprar bolsas de más. Y esto demostró ser la solución, por lo menos ahora siempre tengo a la mano una de ellas. Además, existen bolsas con una liga cosida en el fondo y con su ayuda se doblan en rollo.
- Conclusión: resultó ser cómodo. Llevo un mes usándolas y durante este periodo de tiempo ni una sola ida al supermercado me tomó por sorpresa.
Simplemente descarté las bolsas de basura
Nuestra familia usaba aproximadamente 120 bolsas al año. Ahora no tiro ninguna.
- Problema planteado: me molestaba el gasto de tiempo, dado que los residuos en bolsa se pueden tirar de camino a cualquier lado, pero al llevarlos en un bote, lo tienes que regresar y lavar.
- Solución: mientras estaba reflexionando, las bolsas de basura se terminaron. Y no fui a comprar más.
- Resumen: es posible vivir así. Llevo varias semanas sacando la basura del bote sin bolsas. Una ventaja indiscutible: ¡es gratis!
Traté de reemplazar las bolsas del plástico en rollo por reutilizables
Cien bolsas del plástico al mes se redujeron a 20 gracias a la aparición de decenas de bolsas de tela.
- Problema emergente: si los mismos supermercados proponen reemplazar las grandes bolsas de plástico por unas de tela, entonces no será tan fácil encontrar una alternativa para las pequeñas bolsas de plástico.
- Solución: aparentemente, para guardar frutas y verduras puedes utilizar bolsas ligeras de tela. Las puedes coser por cuenta propia, comprar en eco tiendas o en AliExpress.
- Conclusión: este artículo de tela es muy cómodo, sin embargo, las bolsas de plástico no desaparecieron de nuestras vidas. Se utilizan de manera más amplia y periódicamente entran a nuestra casa.
Traté de encontrar una alternativa para el papel film transparente
Los 40 metros “anuales” de plástico para envolver comida se redujeron 10 veces.
- Problema planteado: es difícil rechazar el plástico para envolver la comida. Sin este tuve que guardar la comida en recipientes, usar tapas y después lavar todo.
- Solución: lo único que logré encontrar son tapas de silicona elásticas en IKEA. Sin embargo, en un paquete solo hay 3 piezas y no son tan grandes.
- Conclusión: comencé a utilizar algunos de los inventos propuestos por IKEA y, lo que no podía tapar con ellos, lo guardaba en un recipiente. La cantidad de plástico utilizado se redujo hasta alcanzar un 10 o 15 por ciento de la cantidad inicial.
Las esponjas de poliuretano desaparecieron de mi vida
Anualmente, tiraba al vertedero de 35 a 40 esponjas de poliuretano. Ahora, ninguna.
- Problema planteado: la dificultad principal fue encontrar por lo menos una idea para reemplazar la esponja de poliuretano.
- Solución: al parecer, había diferentes opciones: Esponjas biodegradables elaboradas por fabricantes de artículos ecológicos. Por ejemplo, este modelo. Su precio es de 3 a 5 veces mayor. Sin embargo, tienen una ventaja: son más duraderas y se pueden lavar; Tawashi son esponjas especiales para los trastes. Las tawashi originales son elaboradas de hilos gruesos y fáciles de tejer con gancho; Un viejo trapo de tu ropa usada. Es incómodo.
- Conclusión: compré esponjas biodegradables. No obstante, la idea del tawashi me gusta, por eso, cuando tenga tiempo e inspiración, seguramente haré una. Lo más importante es que ya no utilizaré esponjas de poliuretano.
Los cotonetes pueden ser de otro material
Utilizaba alrededor de 300 cotonetes de plástico al año. Ahora utilizo la misma cantidad, pero son naturales.
- Problema planteado: nuevamente el desconcierto de qué utilizar en lugar de los cotonetes tradicionales. A mi mente solo se le ocurría un cerillo enrollado con algodón.
- Solución: descubrí que existen cotonetes de papel prensado, los cuales se degradan por completo. Desafortunadamente, no en todos los lugares se venden. Tuve que esforzarme por encontrarlos. De acuerdo con la sensación, no hay ninguna diferencia con los de plástico, el precio es el mismo. Un reemplazo perfecto y “sin dolor”.
- Resumen: fue la parte más exitosa y fácil de mi experimento.
Se encontraron unas cuantas variantes en materia de higiene femenina
Aproximadamente 50 toallas sanitarias anualmente se convirtieron en las mismas 50 pero biodegradables.
- Problema emergente: en esta cuestión, la dificultad fue una gran cantidad de opciones.
- Solución: desde copas menstruales, bragas especiales, toallas reutilizables y biodegradables, yo elegí la última variante por una sencilla razón: fue lo más habitual para mí.
- Conclusión: las toallas sanitarias biodegradables resultaron ser buenas, pero cuestan de 3 a 4 veces más y casi no se venden en tiendas normales. En un futuro, también probaré la copa menstrual.
Cómo terminó todo
Esto no ha terminado. Al empezar a reflexionar sobre el medio ambiente, es difícil detenerse. Pero el aspecto positivo es evidente: la cantidad de residuos de plástico se redujo, aunque no tanto. ¿Por qué no tanto? Porque una gran parte de los residuos son envases sin los cuales simplemente no se pueden comprar los productos en las tiendas. Por desgracia, en mi ciudad todavía no hay tiendas Zero Waste. Pero las estoy esperando.
Lo que he aprendido
Al principio, este experimento no me pareció algo muy importante. Sin embargo, durante el proceso apareció la sensación que toda mi vida había vivido con los ojos cerrados y no me daba cuenta de la realidad. Ahora me ha quedado clara la cantidad de plástico que nos rodea en realidad. Estoy segura de que si las personas siguen mi ejemplo, entonces la demanda de algunos enseres domésticos disminuirá poco a poco. A los productores no les será rentable elaborarlos y la cantidad del plástico en el mundo se reducirá. Incluso un pequeño paso ayudará a limpiar un poco el mundo y a hacerlo más seguro para nosotros mismos.
Bonus: 12 Lecciones que aprendí al mudarme y que te ayudarán si estás pensando en cambiar de hogar
Durante el último año, en total, me mudé tres veces, y una de ellas fue a una ciudad completamente nueva. Cada vez que tenía que empacar mis cosas y prepararme para moverme descubría que había procesos que se podían simplificar, listas que podían ayudarme a ahorrar tiempo a la larga y métodos capaces de facilitar la vida en medio del caos que se genera al cambiar de casa.
1. Tómate el tiempo que necesites
Aunque suene obvio, muchas veces pasamos por alto todo el tiempo que requiere empacar una vida entera. Asegúrate de tomarte un mes como mínimo para tener todo en orden, comenzar a revisar lo que tienes y lo que puedes guardar poco a poco sin tener que cambiar tu rutina por completo los primeros días.
2. Compara los costos de diferentes compañías de mudanza
En varios países existen páginas que te ayudan a cotizar tu mudanza sin siquiera haberla empezado. Muchas veces te preguntan el número aproximado de cajas, muebles, electrodomésticos y maletas que subirás a un camión. De esa forma, pueden hacer un estimado del tamaño de vehículo que necesitarás y brindarte un precio cercano al real. Esto te ayudará no solo a reunir el dinero, sino también a revalorar las cosas que tienes y pensar si realmente seguirás necesitándolas.
3. Aprende más sobre el mundo de las cajas
No es necesario que te vuelvas experto en el rubro de las mudanzas, pero si vas a comprar cajas, es bueno saber que se comercializan en medidas estándar y que las hay tanto con una capa de cartón, como con dos (que son un poco más costosas, pero resistentes). Las hay cuadradas, rectangulares, bajas y altas, así que, antes de hacer alguna compra, analiza qué podrías meter en ellas y qué tan sencillo te resultaría manipularlas. Piensa que, conforme vayas avanzando, tendrás que apilarlas para que no te estorben.
4. Regala o vende lo que realmente no necesites
Después de hacerte una idea de cuánto tendrás que pagar por la mudanza, es momento de preguntarte si en verdad vale la pena conservar todo lo que quieres llevar contigo. En mi caso, suelo guiarme por la regla de los seis meses: si no has usado algo en ese tiempo, es probable que no lo necesites realmente y que puedas deshacerte de él sin problemas. Te sorprenderás de todas las cosas que tienes acumulando polvo en tus armarios, no solo ropa, sino documentos, revistas y otros objetos que tal vez ni sabías estaban en casa.
5. Clasifica y crea listas de lo que estás guardando
Al mismo tiempo que escaneas tu hogar para revalorar tus pertenencias, puedes comenzar a clasificar lo que sí llevarás contigo y, de esta forma, empacarlo de manera ordenada, no solo aventando cosas a las cajas (algo que hice la primera vez que me mudé). Lo que aprendí sobre esto es que puedes hacer una lista de lo que hay en una caja y, después, asignarle un número. Si algo llegara a pasar y al final te faltaran cosas, sabrías exactamente qué objetos se han extraviado y en qué contenedor estaban.
6. El truco de armar y cerrar bien tus cajas
La idea de levantar una caja que acabas de cerrar y que las cosas se salgan por debajo no es nada divertida, menos si se trata de tus pertenencias frágiles. Por eso, antes de empezar a guardar cosas, asegúrate de armar los contenedores como es debido, y colocar cinta adhesiva en donde debe ir. Para cajas no tan pesadas, bastará con formar una “H” en la base, es decir, colocar cinta en las uniones centrales de las pestañas para sellarlas, así como en los bordes. Sin embargo, para objetos más pesados, tendrás que agregar una “X” que atraviese la “H”. Con esta técnica no tendrás ningún problema a la hora de levantar una caja lista para moverse de un lugar a otro. Para cerrar los contenedores repite la “H” en la tapa, y no olvides rotularlos como se mencionó en el punto anterior.
7. Analiza el espacio de tu nuevo hogar
No se trata solo de saber qué cabe o no en tu nueva casa (algo que también es importante), sino también de empezar a imaginar en dónde quieres que vayan tus cosas. Si eres una persona creativa, incluso puedes ubicar todo en ilustraciones. Esto te quitará tensión cuando el camión con tus pertenencias llegue a su destino: el proceso de organizar objetos será menos estresante y no tendrás que mover nada después.
8. Los libros van en cajas pequeñas
Tal vez te parezca más sencillo usar cajas grandes para meter todos tus libros y así ocupar menos contenedores. Sin embargo, piensa que tendrás que moverlas o que alguien más tendrá que hacerlo, y, mientras más pesada sea la caja, más complicado será el proceso. Este es uno de esos casos en los que debes asegurarte de haber sellado bien el fondo de la caja, pues los libros serán de los objetos más pesados que tendrás que cargar.
9. Cómo hacer que todas tus copas lleguen a destino sanas y salvas
Algo que me sucedió y que lamento fue que, entre la prisa y la presión de guardar todo, no protegí la cristalería como era necesario, y parte de mis copas llegaron a mi nuevo hogar hechas trocitos. Al abrir la caja, uno de los hombres de la mudanza vio el desastre y me dio un consejo para que eso no me ocurriera de nuevo. En primer lugar, hay que elegir una caja mediana para transportar estos objetos, pues, aunque la cristalería suele ser ligera, no conviene meter todas las piezas en un solo contenedor.
Hay que forrar las paredes internas y la base de la caja con plástico de burbujas, y envolver cada vaso, plato, taza y copa de manera individual, ya sea con el mismo material o con periódico. Una vez que lo hayas hecho, coloca una fila de platos que quede uniforme y cúbrela con el plástico de burbujas. Sobre esa base pon la siguiente fila de platos, y así sucesivamente hasta llenar la caja. Con los vasos, tazas y copas haz lo mismo. Suena tedioso, pero así evitarás tener que comprar una nueva vajilla o tener un juego de cristalería incompleto cuando recibas a tus amigos en tu nuevo hogar.
10. Empacar la ropa es lo más sencillo
A diferencia del cristal, la ropa no se rompe si la tratas con rudeza, solo se arruga, así que te puedes dar el lujo de no tardarte tanto en empacarla. Lo más práctico es acomodarla sobre una cobija que no te importe ensuciar con todo y ganchos (o tal cual la sacaste doblada del cajón), envolverla en la sábana y amarrar las puntas para protegerla un poco. De esta forma puede ir en el camión de mudanza sobre las cajas, y podrás colgarla de inmediato cuando todo llegue a tu nuevo hogar. Eso sí, tal vez tengas que planchar una que otra prenda, pero no te tomará tanto tiempo.
11. Mantente al tanto de cómo tratan a tus muebles
Antes de que se lleven todo, revisa a detalle los muebles y busca golpes o viejas manchas presentes en ellos. Si eres detallista, hasta puedes tomar fotos. Al comenzar a cargar el camión, mantente cerca y observa que no se dañe nada, pues, muchas veces, por querer hacer la mudanza rápido, las personas de la empresa contratada pueden ocasionar daños que probablemente te molestarán mucho si después no tiene solución.
12. Qué hacer en caso de que se produzcan daños
En una ocasión, cuando subieron al camión de mudanza mi sillón rojo favorito, lo envolvieron en una cobija azul para protegerlo. Sin embargo, en el camino llovió, el agua se filtró y, cuando quitaron el cobertor, mi sofá tenía manchas azules que hasta ahora no he podido quitar. En el momento, entre las ganas de comenzar a acomodar y el cansancio, terminé por pagarles todo a los empleados de la empresa contratada y quedarme con la frustración. Sin embargo, después aprendí que lo correcto es llamar al servicio de atención al cliente y levantar una queja con los cargadores aún presentes, para, de esa forma, reclamar el pago de los daños. Esto debe realizarse de esa forma debido a que una de las cosas que firmas cuando los cargadores se van es la conformidad del servicio, es decir, que no hubo ningún problema durante el traslado, lo que te imposibilitará si quieres reclamar algo después.